Ni en el mejor de sus sueños se había imaginado todo lo que
está viviendo con él. Cómo iba a pensar que después de tanto tiempo como
amigos, llegaría a sentir algo por ella. Aunque, reconoce que lo había pensado
tantas veces. Ella, por alguna extraña razón, sabía que congeniarían, sería
bonito. Incluso, había momentos que se acercaban a sus sueños pero… siempre
acababa autoconvenciéndose de que no podía ser. El destino seguía
manteniéndoles al lado, o quizás, fuesen ellos. De repente, como en una
película de chico y chica en la que ya sabes cuál va a ser el final a los cinco
minutos de empezar, se buscaban más y hacían todo lo posible por encontrarse.
Ahora, se ha dado cuenta de que los mejores amores no son los de película, porque
esos sólo duran dos horas, que los chicos que dicen: “¡Buenos días, princesa!”
no sólo existen en los libros y que la declaración de amor más bonita es una canción de Melendi.