viernes, 25 de mayo de 2012

Hablo de coleccionar momentos..!


Alicia quería abandonar el país de las maravillas por miedo a quedarse atrapada allí para siempre, sola. Seguramente, los de fuera ya la tomaban por loca por haber seguido a aquel extraño conejo, aunque tenía que reconocer que su reloj la gustaba. Podía parar o acelerar los segundos a su antojo. La gustaba pasar horas leyendo un libro, acostarse a las tantas de la madrugada, despertarse en medio de la noche y tener siempre un sol que daba los buenos días fuera la hora que fuese. La gustaba perder la noción del tiempo…Tanto que, a veces, en el país de las maravillas, no podía recordar los días así que pensó en una forma de guardar sus recuerdos. Hablo de coleccionar momentos: las letras de su nombre, un chiste, una canción, una foto, un trozo de chocolate, una servilleta, un helado, un olor, el silencio… Alicia se asustó de lo feliz que era en aquel país, temía que su felicidad acabara algún día, así que cogió sus recuerdos y regresó a su casa. Cuando llegó y contó sus aventuras nadie la creyó. Las personas de fuera estaban demasiado ocupadas en sus tareas, siempre de aquí para allá, con prisas y por supuesto, sin tiempo para coleccionar momentos. En ocasiones, se oía que Alicia estaba loca, que era extraña y soñadora. Pero a ella la daba igual, tenía su colección de momentos para recordar lo vivido y eso ya no se lo quitaba nadie. Ahora que había conseguido salir del país de las maravillas para no sufrir en un futuro, se había dado cuenta de lo infeliz que era en el presente. Comprendió que en esta vida el éxito de una persona consiste en hacer lo que el corazón le dicte en cada momento, aunque después llore, porque si actúas pensando en un futuro, que puede que no exista, la vida no merece la pena.
Cuentan que Alicia desapareció, dicen que su locura acabó con ella. Pero, Alicia volvió al país de las maravillas y fue feliz porque aquel era su mayor deseo. Allí pudo seguir siendo tal y como era, coleccionando todos aquellos momentos que la encantaban. Pobres, no sabían que los únicos locos eran ellos.

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